La historia de los puentes atirantados es muy singular y
diferente de la de los demás tipos; todos ellos se iniciaron como puentes
modernos en el s. XIX, pero en cambio los atirantados se iniciaron en la
segunda mitad del s. XX, concretamente en los años 50 de este siglo.
Este
retraso en su origen se está recuperando a pasos agigantados, porque su
evolución ha sido extraordinariamente rápida; el primer puente
atirantado moderno es el de Strömsund en Suecia, construido en 1955, con
un vano principal de 183 m de luz, el de Normandía en Francia de 856 m,
ya terminado, y el de Tatara en Japón de 890 m, actualmente en
construcción; en menos de 40 años su luz máxima se va a multiplicar
casi por cinco.
Este carácter singular de los puentes atirantados les
confiere un valor de novedad que los han convertido en el puente
privilegiado del momento actual. El puente atirantado admite variaciones significativas, tanto en su
estructura como en su forma.
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